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Historia

Desde la antigüedad el municipio de Ponga ha sido lugar de asentamiento humano en los valles y en los altos estratégicos de la cordillera. Poblados neolíticos, castros astures, topónimos de divinidades celtas y lápidas sepulcrales romanas son algunos de los vestigios de un rico pasado. Durante la ocupación árabe los ponguetos se incorporaron al grupo de resistentes astures, organizados en torno a Pelayo y con centro en Cangas de Onís, y participaron activamente en la batalla de Pontunio, cuya victoria todavía se celebra anualmente durante la fiesta de la Santina de Arcenorio.

Arcenorio

A lo largo de la Edad Media obtuvo el municipio diversos privilegios reales: libertad de pastos para sus ganados en todo el reino y exención del impuesto de comercio o portazgo. Anteriormente se había constituido el concejo de Ponga en torno a cinco Regidores perpetuos, integrantes de un Cabildo que nombraban a los alcaldes y a dos jueces, uno para los nobles y otro para los plebeyos. Cazo permanecía como señorío independiente y Viego era coto vecinal vinculado al concejo. A pesar de su aislamiento geográfico consiguen los ponguetos cierto relieve durante la Edad Moderna, según lo prueban varios documentos: en 1487 la reina Isabel la Católica reafirma su patronazgo sobre la iglesia de S.Juan de Beleño y posteriormente los Reyes Católicos realizan diversos nombramientos municipales: escribano, regidores o veedores.

En el siglo XVIII el Catastro de Ensenada describe el municipio como área poblada y productiva dedicada primordialmente a la ganadería y al laboreo de las tierras. Había entonces 40 molinos y 4 batanes (mazos de madera) pero se carecía de taberna, aunque varios vecinos tenían permiso para trajinar vino desde Castilla. Durante el siglo pasado, el municipio experimentó un fuerte aumento de población que generó una numerosa emigración de jóvenes varones a América (Cuba, Argentina, Méjico, Chile) y que provocó nuevas actividades económicas: reducción del monte para abrir praderías y para obtener carbón vegetal, instalación de ferrerías, como la de Soto Rodrigo, y apertura de carreteras. Estos cambios no modificaron el funcionamiento de los concejos cuyas costumbres y reglas, heredadas del medievo, subsisten todavía como formas locales de gobierno: por ejemplo, en Sobrefoz, las Ordenanzas Parroquiales dictaminan sobre todas aquellas cuestiones que interesan a la comunidad (pastos comunales, rentas, multas, obligaciones de los forasteros, etc.). En la actualidad asistimos a un decaimiento de las actividades agropecuarias con el consiguiente retroceso demográfico.