Patrimonio

Numerosas muestras de arquitectura rural conserva el concejo de Ponga: palacios, casonas, iglesias, casas vecinales, hórreos, paneras, pajares o tenadas, establos o cortes y hasta humildes cabañas aparecen en perfecta integración con el paisaje montañoso, en tal armonía con el entorno que parecen edificios producto de la propia naturaleza.

Ello se debe al uso exclusivo de materiales autóctonos: piedra caliza sin tallar o tallada -en esquinas, puertas y ventanas-, madera de roble, castaño o haya en corredores, aleros, ménsulas y balaustres -decorados virtuosamente- y cubiertas de teja curva dispuestas de forma original. La uniformidad de los materiales se combina con la diversidad de modelos tipológicos, tanto civiles como religiosos.

 

Varias iglesias de los siglos XVII y XVIII subsisten en la actualidad, aunque con ciertas modificaciones, al igual que las pequeñas ermitas de los pasos montañosos, erigidas en el medievo y reiteradamente reformadas después.

Los núcleos de población diseminan las poblaciones irregularmente en torno a caminos o caleyas: palacios blasonados y amplios, casonas con arcaicas galerías, modestas viviendas rurales de dos plantas, antojana y corredor se adaptan al terreno accidentado formando barrios con identidad propia. Buenos ejemplos de ello son las casonas de la Merreguera en Abiegos, la de Rubín en Viego o el palacio de Sobrefoz, construcciones civiles del siglo XVII cuyos modelos se han repetido hasta que penetra la arquitectura indiana a finales del siglo XIX.

A mediados del siglo XVIII, en el Catastro de Ensenada, el inventario de edificios civiles ascendía a 456 casas, 242 hórreos, 23 paneras, 276 establos y 481 cabañas de alta montaña. Tal patrimonio arquitectónico se conserva actualmente y se ha visto enriquecido con las nuevas construcciones indianas, realizadas por los ponguetos retornados de América y que se diferencian por su altura y por un cierto detallismo decorativo.

 

Pero quizá la mayor originalidad del área reside en los hórreos utilizados para resguardar de los roedores las cosechas de cereales y patatas. Son de forma cuadrada, construidos con gruesos tableros de castaño, sostenidos por pegollos o columnas de piedra de metro y medio de altura, y cubiertos por un tejado con cuatro vertientes, aunque la innovación de la zona consiste en la utilización de tejados a dos o tres vertientes que también se utilizan en el valle leonés de Valdeón.