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Hórreos Beyuscos
Los hórreos beyuscos pueden definirse esquemáticamente como hórreos de planta cuadrada o rectangular, cámara cerrada con tablas horizontales y cubierta a dos aguas. Sin embargo, la realidad es mucho más complicada y precisamente el gran interés que tienen estos hórreos radica en la variedad de soluciones que podemos encontrar en un territorio tan pequeño y que, con seguridad, están aportándonos claves para indagar en el proceso de evolución del hórreo asturiano.
El primero en denominar «hórreos beyuscos» a este grupo de hórreos situados en Los Beyos fue Guillermo Mañana Vázquez en su libro: Entre los Beyos y el Ponga. El cordal del Colláu Zorru (1988).
Características estructurales de los hórreos beyuscos
En el hórreo beyusco, las cubiertas son por lo general a dos aguas, con teja curva del país como material de cobertera. La teya, en los hórreos que no han sido renovados, se coloca en seco, sin argamasa, con un buen número de piedras de moderado tamaño actuando de sujeción frente al viento. En algún elemento detectamos la existencia de llábanes o llambries, losas planas que se colocan en los bistechos -aleros- y que sin duda nos remiten a soluciones de cubierta que serían las generalizadas en otros tiempos.
La cámara del hórreo beyusco es bastante más pequeña que la del hórreo asturiano tipo, no sobrepasando casi nunca los 4 m de lado. La mayoría son rectangulares, aunque hay que decir que la diferencia entre los lados cortos y los largos suele ser bastante reducida.
En estos hórreos, las puertas ,que suelen ser dos aunque se trate de un único propietario, se sitúan emparejadas en una de las fachadas rematadas en frontón, a ambos lados de una cureña vertical central que, alineada con el puntal y la viga cumbrera tiene carácter estructural.
Las maderas empleadas en todos los casos son el castaño y el roble, siendo anecdótico el uso de haya en algunas cureñes o elementos menores.
A pesar de su limitado tamaño, los hórreos beyuscos suelen ser de propiedad compartida por lo que el interior de la cámara se distribuye en tantos espacios como propietarios, mediante tabique de sardu -varas entretejidas de castaño o avellano- o de tablas. La mayoría están divididos en dos espacios, situándose las puertas emparejadas en el frontal y aprovechando la viga´l quesu para fijar el tabique; éste suele llegar hasta la viga cumbrera, segregando ambos espacios. Una sencilla tenovia -tabla horizontal que suele apoyarse en las pegolleres- a la que se sube por la subidoria de piedras irregulares, permite acceder a las puertas.
Al igual que en el hórreo asturiano tipo, el cuadro de trabes apoya, con la intermediación de las tazas o tacos de madera de ajuste, en cuatro pegollos. Estos pueden ser de piedra, por lo común sin gran trabajo de labra, lo mismo que las pegolleres o llambries, estas últimas de formas redondeadas. Cuando los pegollos son de madera se asientan sobre una solera o pilpayu, base de piedra que sirve tanto para procurar la horizontalidad de la cámara como para evitar que la humedad afecte a la madera de los pies, y suelen darles forma troncopiramidal, estando trabajados con mayor cuidado.
El suelo del hórreo suele ser de pontes, anchos tablones dispuestos de lado a lado, que van encajados a tope en regaduras practicadas en la cara interior de los trabes. A veces de tabla dispuesta en dos tramos y, en soluciones más modernas, de pontoncillo y ripia. El suelo aparece casi siempre reforzado con el sovigañu, o viga carcelera, ensamblado a los trabes en posición central. Por lo general va ensamblado con encaje ciego aunque, en una solución más arcaica, presenta mayor sección y encaja a media madera en los trabes, bien en posición durmiente o montante, volando sus testas al exterior y apoyándose en dos nuevos pegollos. Estamos pues ante un hórreo de seis pegollos, a nuestro entender la solución primitiva, que podemos ver aún en muchos hórreos del oriente asturiano.
En estos hórreos los pegollos apoyan en el terreno, siendo el solhorru o espacio inferior bajo la cámara delimitado por los apoyos, por lo general bajo y muy desigual a causa de estar asentados en pendiente. Este espacio era utilizado para guardar los carros, ramos y rametos para el transporte de la hierba, las carretes del cuchu -para el transporte de tierra y estiercol-y para almacenar la leña.
Texto: Resolución de 29 de mayo de 2014, de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte, por la que se incoa expediente para la inclusión en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias de los hórreos de tipología beyusca existentes en el concejo de Ponga.
Imágenes: Patricia Corral