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Ríos, desfiladeros, flora y fauna

Rios y desfiladeros

"El río Sella nace en Ventaniella y recibe las aguas de Sajambre en Argolibio"

Jovellanos, Diarios

Tradicionalmente se ha considerado como río Sella el que recorre el concejo desde Ventaniella hasta Sellaño. Actualmente este río recibe la denominación de Ponga, mientras que figura como Sella el que desciende del puerto del Pontón. Ambos cursos fluviales nacen en los altos, serpentean por los valles recibiendo fuentes y arroyos, embocan el desfiladero y tajan la roca caliza a lo largo de varios kilómetros, formando hoces umbrías donde prolifera la vegetación, ruge el caudal entre cascadas, surgen manantiales de aguas termales y el cauce fluvial avanza con la permanente compañía de la carretera o del camino. El más conocido es el Desfiladero de los Beyos pero hay otras hoces de gran interés para el viajero deseoso de descubrir paisajes: la de los Corredores entre Sellaño y Mestas, la de la Escalada en Taranes, la de Sobrefoz, la de Santa Bustia entre Viego y Vidosa o la del río Cándano.

 

Fauna

La gran superficie forestal del área es rica en fauna salvaje, de gran interés cinegético: abunda el rebeco, el corzo, el venado y el jabalí, junto a otras especies de caza menor. Desde hace tiempo el cazadero más afamado fue el Coto de Peloño vinculado, a principios de este siglo, a los Infantes de la familia real que cazaron en él en varias ocasiones y que aportaron las crías de venado para su reproducción en estos montes. El médico y erudito local Felipe Portolá afirma que Dª Luisa de Orleans fue la primera infanta de España que consiguió trofeos de caza mayor, abatiendo varios rebecos en Peloño. En la actualidad las actividades de caza y pesca están estrictamente reguladas por los servicios correspondientes dependientes de la Consejería de Agricultura. La riqueza cinegética del Coto de Peloño está integrada en el Coto Nacional de Redes (43.017 Has. en los municipios de Ponga, Caso y Piloña).

En cuanto a la pesca, dentro de los límites territoriales de Ponga, se localizan coto trucheros y salmoneros. El resto de los ríos atraen cada temporada a numerosos pescadores deseosos de capturar la sabrosa trucha de alta montaña.

El medio natural propicia la existencia de una numerosa cabaña ganadera y la conservación de varias especies de animales salvajes. La ganadería es la actividad económica tradicional de la zona gracias a la abundancia de pastos, destacando el vacuno, el caballar (subsisten todavía algunos ejemplares de caballos thieldones y asturcones) y los rebaños de ovejas y cabras, éstas últimas encaramadas en riscos y roquedos, cuya leche resulta imprescindible para la elaboración del queso de los Beyos.

Entre las especies salvajes destacan varias que en otros lugares han desaparecido o perviven en escaso número. Entre los mamíferos resalta el rebeco, que pasa el verano en las cumbres altas para descender durante el invierno a los bordes de los valles, llegando a ocupar espacios en los que tradicionalmente habitan el corzo y el venado. También hay abundancia de jabalíes, zorros, lobos y, en menor número, aparecen la nutria, el tejón, el gato montés o la comadreja. Entre las aves hay que señalar la recuperación paulatina del urogallo, la proliferación de las rapaces (buitre común, alimoche, milano, cárabo y lechuza) y la abundancia de especies comunes (mirlo, gorrión, cuervo o corneja). La fauna acuífera nos ofrece la trucha común, el salmón y la anguila.

 

Bosques y Flora

 

Los paisajes ponguetos se enriquecen gracias a una cubierta vegetal extensa y rica que, como un manto, cubre laderas y pendientes con praderías y masas arbóreas. Especies caducifolias abundan por doquier y alteran estacionalmente el aspecto de los montes: desde el verdor exuberante de la primavera hasta los amarillos dorados de la hoja otoñal hay toda una gama cromática de tonalidades coloristas y luminosas.

En las zonas bajas abundan especies muy diversas: los frutales se agrupan en pomaradas soleadas; castaños, avellanos y nogales aparecen en línea -formando sebes- o en conjuntos cerrados y destacan por su altura los fresnos que circundan las tenadas y las cabañas. Las amplias manchas de vegetación corresponden, en esta zona, a grandes castañares, donde ejemplares centenarios extienden su sombra sobre un amplio sotobosque de helechos y matorral. Por encima de los 500 metros de altitud surge con fuerza el roble (carballo o rebollo) y el haya, que aparecen asociados a especies intermedias como el acebo con ejemplares que superan los cinco metros, y el abedul, todos ellos acompañados por piornales, brezos y tojos. La lista de masas arbóreas importantes la encabeza el conjunto de Peloño, pero presenta otras muestras importantes en La Salguerosa (Sobrefoz) o La Huera y Solana en Taranes.

Peloño constituye un bosque extenso de más de 1.500 hectáreas y encierra una población cercana a las 200.000 hayas lo que le convierte en un conjunto forestal de alto interés, área de protección especial según el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de Asturias

Su masa forestal está considerada como uno de los hayedos mejor conservados de toda la península ibérica porque presenta ejemplares en las diferentes fases de madurez y porque subsiste un ecosistema con amplias comunidades animales y vegetales. Entre las primeras destacan mamíferos salvajes refugiados en el bosque (jabalíes, corzos, venados, rebecos) y aves en peligro de extinción (el urogallo, con síntomas evidentes de recuperación, el pico mediano, que en España sólo vive aquí, y el pito negro).

Los tres ríos que lo cruzan -la Canalita, el Roabín y la Sera- vierten sus aguas hacia el Este, cortando la caliza desde el caserío de Llué hasta las Hoces del Mojizo para abrirse paso hasta el Sella. La primera parte del bosque, denominada los Bustiellos, muestra a la izquierda un magnífico roblón de 7 metros de perímetro que, por sus dimensiones, se ha convertido en emblemático representante del conjunto.

La formación vegetal se cierra en forma de bosque tupido por donde apenas penetra la luz, lo que favorece la proliferación de plantas bajas, setas y, sobre todo, de líquenes como la usnea que cuelgan del tronco y de las ramas a modo de barbas vegetales. Pero el bosque de Peloño también ha acogido durante siglos al ganado doméstico, ha sido el almacén de madera de las parroquias circundantes y el lugar de paso de vacadas y yeguadas a la búsqueda de los pastos veraniegos y otoñales. Alrededor del bosque se localizan los puertos de Bustantigu, Sus, Arcenorio, La Fonfría, etc. y sus correspondientes majadas a donde acuden con sus ganados los pastores de Viboli, Casielles, Viego, San Ignacio y Beleño. A lo largo del tiempo los lugareños, el ganado doméstico y la fauna salvaje han convivido en Peloño en armonía con el bosque y habrá de ser ese equilibrio el que garantice el futuro de una de las masas arbóreas más bellas, atractivas y sorprendentes del sur de Europa.

 

Imagen: Asociación de Hostelería y Turismo de Ponga y Patricia Corral